lunes, 29 de marzo de 2010

Txorimalo Maniki

Arazuri.

Ayer mientras íbamos paseando por la orilla del río me encontré este maniquí haciendo las veces de espantapájaros. He consultado el porqué de esta atracción que sentimos por los maniquís, una presencia sorpresiva e inquietante. Los muñecos y muñecas, los maniquís, los espantapájaros y todas las figuras parecidas a la humana se asemejan a la imagen del alma en la mentalidad primitiva. Por ello, siempre se ha creído en su actividad mágica. Maniquís que se mueven, espantapájaros malvados que cobran vida y muñecos satánicos han llenado páginas de novelas y horas de cine.

Según el Diccionario de Simbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant el maniquí es ademas: Uno de los simbolos de la identificación, la identificación del hombre con una materia, perecedera, con una sociedad o con una persona; la identificación con un deseo pervertido, la identificación con una falta. Es asimilar un ser a su imagen(...), es tomar la imagen por la realidad, error de la mente bajo el efecto de la pasión, que ciega el alma y esclaviza.

Un buen ejemplo es la película Tamaño natural de Luis García Berlanga. Eso si, con una muñeca hinchable.


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