Kenia.
Con la excusa de:"guárdamela un poco que tengo que ir a aparcar" a la puerta de un veterinario, llego Kenia a la que hoy es su casa. Su dueño se enamoró al primer instante de la perrita cariñosa y juguetona que habían abandonado en sus manos. Como tenía que ponerle un nombre la llamó Kenia por lo negrita que es y porque corre que se las pela. Ella está muy contenta, sabe que ya no la volverán a dejar desamparada.
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