Hace ya más de 10 años tuve un sueño muy inquietante. Estaba luchando contra el Demonio, así era mi sentir y la única arma eran trozos de espejo. Le conté el sueño a mi amigo Mikel Garcia, psicoterapeuta Junguiano y con gran conocimiento del mundo de los sueños, una persona que lleva más de 30 años buceando en el insconsciente colectivo y me dijo: "Es un sueño muy interesante. Atacar el mal con un espejo supone ponerlo ante su propia realidad, ante su fealdad. El mal se asusta de su propia imagen. Por eso, en las casas de las mansiones de Emperadores y aristócratas Japoneses y el prácticamente todo el Oriente, los caminos que conducen hasta la puerta están jalonados de estanques, para que el mal vea su propio rostro y se asuste. Esa es una de las razones del porqué Drácula no se reflejaba en los espejos".
Y aquí en la soledad de mi casa he querido hacer un collage de esta historia, para espantar el miedo, la enfermedad y los jodidos tiempos que estamos atravesando. Por suerte se me ve reflejado en algunos de los espejos y no me espanto.
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